El fracaso surge cuando creamos relaciones de ideas efímeras, ilusiones, expectativas de lo que en si es una relación.
Importamos guiones de cómo es una relación, creemos en esos guiones ya que aparentemente parecen tener sentido.
Buscando y encontrando en apariencia afuera lo que alguna vez desechaste de tí. Agarrandolo con fuerza para no perderlo sin darte cuenta de que solo son ideas efímeras y que por muy bien que las pretendas agarrar y cuanto más las aprietes con fuerza más se te escapan, se difuminan y acaban desapareciendo como si pretendieras coger una nube.
Te das cuenta que nunca poseiste nada, y si nunca lo tuviste, nunca lo perdiste, nunca fracasaste, ya que nunca existió lo que tú creíste haber encontrado.
Esto te lleva hallar en ti, lo que alguna vez desechaste, comienzas a recordar relacionarte contigo como relación.
Existe un anhelo muy profundo de estar unidos, al creer estar hechizados de que la separación es real.
Este anhelo nos lleva a estar siempre en relación en cada momento y dejar testigo de que nunca estas separado y que eres o estas hecho de la misma sustancia. Lo único que en apariencia te hace creer distinto, es la expresión en la forma.
Hay un imán por así llamarlo con mucha fuerza que actúa en benevolencia, utiliza dicho hechizo para darte a conocer esa atracción que yace desde nuestra esencia de lo que somos en realidad.
Mostrándote que la relación en sí misma busca siempre la relación con uno misma/o aunque aparentemente la expresión en la forma sea distinta.
J.LL.